Casa Da Troya
Sigue brillando en Madrid (a pesar de las guías)
Casa D Troya. Seguramente a una gran mayoría de la comunidad gastronómica este nombre no les diga nada. Quizás aquellos que aún peinen pocas canas, este nombre les recordará a la novela de J.J. Benítez (aunque ni siquiera el nombre coincida exactamente). Su ubicación tampoco ayudará, ya que, además de estar fuera del perímetro de la M-30 (que actúa como foso de cocodrilos en cuanto a locales con interés gastronómico), está en los bajos de una zona residencial anexa a Arturo Soria. Vamos, que por casualidad, uno no pasa por allí.
Seguro que se frotarán los ojos si les digo que la portada de Casa D Troya albergó una estrella Michelin entre 1992 y 2008. Como lo oyen, un restaurante gallego, en zona periférica y de decoración indescriptible. Ítem más; hasta hace unos años, aún leía recordatorios de uno de nuestros afamados críticos patrios pero de un tiempo a esta parte, el silencio absoluto. Bueno, a decir verdad, aún mantienen un sol en la Guía Repsol, con el (poco) “impacto” que eso pueda tener. Como yo era el primero que no lo había visitado desde hacía bastante tiempo, allá que fuimos hace apenas un par de semanas. Y allí sigue, inmutable, sin ni siquiera una puesta al día del local. ¿La carta?, igualmente inmutable.
No hace falta ojear mucho la carta porque nos la sabemos casi de memoria. Nos lanzamos a la empanada, de masa esponjosa con bien de unto. No es ligera pero no les será fácil encontrar muchas mejores en Madrid. Ídem con un sencillo pulpo a feira, magníficamente cocido, con unas patatas igual de buenas. Salvando una presentación infame, puede competir con los mejores de Madrid (salvo el de Lúa, que destaca en la multitud).
En platos principales, se enorgullecen de la merluza, bien a la romana, en tacos y bien frita, bien con la clásica ajada con pimentón (no es mi preparación favorita). No descarten, si lo encuentran, el lomo de rape rebozado con salsa de tomate, en una receta que me recuerda mucho esos pescados “ao forno” portugueses y que aquí resuelven de manera notable. Si les gusta la raya, no lo duden, aunque aquí el ala se sirve entera y tendrán que pelearse con los cartílagos y mancharse los dedos. Por último y justo ahora, es de los pocos sitios en los que tomar lamprea (nosotros no llegamos por apenas unos días), plato que sí hemos probado en el pasado y que, en una tradicional Bordelesa, dudamos que haya sufrido modificación alguna.
Postres que pasan sin pena ni gloria (¿quizás unas filloas?) invitan a extender el capítulo salado hasta la sobremesa. En cuanto a la carta de vinos, muchas referencias gallegas y precios suaves.
Servicio familiar, profesional, que parece más habituado a batallar con mesas grandes que a gestionar mesas de dos, sumado a un ticket final de lo más razonable, harán que este siga siendo un local casi de culto para los “fudis” senior más avezados y su restaurante de toda la vida para los vecinos del barrio.
28043 Madrid
https://www.casadatroya.es/