Madrid Fusión 2019

Un gran Congreso

Un año más, y van unos cuantos, se ha celebrado en el Palacio Municipal de Congresos, Madrid Fusión. Un congreso controvertido, con acérrimos defensores y obsesivos del ataque y la banalización de éste, no sabemos si a partes iguales, o con clara ventaja y mayoría de los primeros.

La estadística, en el fondo de imposible resultado, para empezar porque no se plantea, a estos gatos les importa poco. Porque tanto unos como casi todos los otros acuden al congreso, devanean por sus salas, acuden a las ponencias, se toman una croqueta o una gamba (para agradecer o denostar la invitación) y a todos les trasciende.

La crítica, la defensa del modelo obsoleto, el simplemente hablar mal de algo únicamente se puede hacer sobre algo que existe, que se ha hecho, que es y a lo que uno ha asistido dedicándole horas, seguramente días enteros, y que libremente ha optado a ello y, por tanto, priorizándolo sobre otras actividades que, seguramente, le parecían menores. Porque, para defender o criticar se ha de estar. Y, sobre lo que no existe o no se ha hecho, no cabe la crítica. Pensamos que para criticar lo primero es agradecer el esfuerzo y haberse mojado en organizar, y después hablar de nuestra percepción del resultado.

Y estos gatos han estado, y, como no podía ser de otra manera, se posicionan con una opinión personal, agradeciendo a los organizadores el tiempo y el esfuerzo.

Y, a estos gatos, les gusta Madrid Fusión, en sí, y por las consecuencias que tiene para la ciudad en la que viven y por su repercusión internacional.

Nos gusta que, durante tres días y llenando todas sus horas, haya ponencias ininterrumpidamente. Ponencias de interés en su grandísima mayoría, y de mucho interés en bastantes de ellas. No es un congreso de rellenos para tener dos puntos álgidos, dos protagonistas en el día, sino la consecuencia de mucho trabajo de convocadores, organizadores y ponentes, pues es en estos últimos donde se refleja la importancia que tiene el congreso para ellos, porque sus ponencias están estructuradas, organizadas, trabajadas, porque les hemos visto en otras convocatorias y en otros congresos improvisando o repitiendo un discurso hecho y aquí no se da eso, porque vienen y se traen a sus equipos conscientes de la trascendencia que ese tiempo en el escenario tiene.

Nos gusta por la calidad de muchos asistentes del otro lado de la barra. Clientes de restaurantes, aficionados a esto del comer, críticos y representantes de medios, radio, televisión, que forma parte y reafirma la calidad que tiene el congreso o, al menos, la importancia que tiene para ellos. Y quien decide dedicar su tiempo a esto y no a otra cosa, define mudamente sus prioridades.

Nos gusta que hasta el último minuto del último día hubo temas de interés, ponentes interesantes y hubo interesados. No incita a que la atención decaiga porque el programa se vaya desinflando según avanzan los días.

Nos gusta que convivan presentaciones, concursos, erudiciones, vinos, salones alternativos, charlas, encuentros, demostraciones. Todo esto es Madrid Fusión. Y sólo hay algo que no nos gusta. Ojalá una parte del púbico entendiese que una prueba de jamón no merece dar codazos y que más vale llegar comido que luchar por una croqueta gratis.

Y nos gusta porque es la gran reunión de la gastronomía en Madrid. La que provoca charlas de pasillo, muchas de interés, otras divertidas, otras de reencuentro. La que provoca verse y ver como se ven. La que hace confraternizar a cocineros, ayudantes, clientes, maîtres, sumilleres, gente de bien.

La que va más allá del congreso y sus paredes, la que acabada la jornada llena restaurantes de restauradores y amigos, la que provoca la efervescencia de las coctelerías de postín, la que descorcha botellas de vino, de champagne, de jerez, en los lugares de más culto y en los baretos de barrio más humildes pero con un amigo y con cariño al frente, la que mueve gente de un lugar a otro tras el cierre de los locales para verse y tomar una copa, la que plantea pequeñas fiestas para tomar algo juntos sin más afán que tomar algo juntos, la que pone en común mesas madrileñas, catalanas, gallegas, valencianas, andaluzas y de todas las regiones, con todos mezclados con un afán común, la gastronomía y la amistad, la erudición compartida y las ganas de aprender, la dedicación sin fronteras ni barreras al mero hecho de verse y quererse, respetarse y disfrutar juntos de esto tan humilde como es la necesidad de comer y hacer de ello una virtud.

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By | 2019-02-07T09:43:26+00:00 febrero 1, 2019|