CASA CIRIACO

Pensado para el cliente

Hay que retroceder al año 1887 para ver abrir, por primera vez, las puertas de esta tasca ilustrada que desde sus inicios supo hacerse con una clientela fiel, de la que repetía con frecuencia, y que eran, en muchos casos, más que clientes. Eran amigos y tertulianos.

Tras generaciones en manos de la misma familia, sea por via de hijos o sobrinos, el ciclo se acabó, se agotó, y en Julio de 2018 vio cerrar sus puertas tras más de cien años de existencia.

Esas mesas, esas ventanas y esas sillas, en este tiempo, han sido testigos mudos y guardianes de los mejores secretos, de insidias y confabulaciones, de operaciones mercantiles mas o menos honrosas, de idilios francos e idilios ocultos, de glotones y necesitados, de, a la postre, una parte de nuestra historia.

Fue desde uno de los balcones del edificio donde el anarquista Mateo Morral lanzo su bomba disfrazada de ramo de rosas a su Majestad Alfonso XIII y Victoria Eugenia de Batenberg el día de su boda, el 31 de mayo de 1906, dejando un saldo de veinticuatro muertos, y de cuyo atentado los regios novios salieron ilesos. Y fue entre esas paredes donde Julio Camba instauró una mensual tertulia literaria de éxito y devoción, y fue entre ellas donde Mingote acudía como fiel devoto, llegando incluso a dibujar el sello del Restaurante y recogió el testigo de aquellas tertulias, instaurando la de “amigos de Julio Camba”.

Y todo aquello se perdía….!pero no!

Han sido dos propietarios de restaurantes también centenarios los que, cargados de nostalgia y amor por lo que no debe desaparecer, se han hecho con el local, han lavado su cara, necesitada de actualizar el maquillaje que disfrazase los años de historia, hacer confortables mesas y sillas incomodadas por el tiempo, revestir las paredes para que sean nuevas sin dejar de ser las mismas, y se han empeñado en mantener aquellos platos que la hicieron imprescindible en la cultura gastronómica madrileña.

Este Gato fue fiel devoto de innumerables visitas familiares y de amigos, y se congratula que, en esta nueva juventud, aun se pueda tomar una empanadilla con una copa de vino en frasca esperando en la barra de su zona más tabernaria, que las mesas estén vestidas de los mismos manteles de cuadros rojos y blancos, que los camareros deambulen con esa misma sana chulería tan nuestra, que algunos días se pueda tomar una cazuelita de angulas (de barro y con tenedor de madera, como mandan los cánones), pero sobre todo que aquellos platos inamovibles permanezcan y se hayan incluso mejorado.

Decir Casa Ciriaco es decir Gallina en Pepitoria, ese plato tan castizo, tan madrileño, y que cuesta tanto encontrar en nuestras cartas manteniendo la receta original. Y Casa Ciriaco no solo la mantiene, sino que ha sabido aligerarla y mejorarla.

Y decir Casa Ciriaco es decir escabeches, sean de trucha o de perdiz, orquestados con alegría, suaves, largos y ligeros. Y también es decir callos, unos magníficos callos, sean con garbanzos o a la Madrileña, que ambas ofertas podrán encontrar y ambas podrán compartir para abrir tema de tertulia sobre si con o sin. Una tertulia más entre esas paredes tan tertulianas.

Encontrarán una carta de vinos suficiente (pidan una frasca, no por la calidad de este, sino por mantener viva una forma inerte de beber en esta casa) para acompañar su comanda y saldrán congratulados por unos precios amables que invitan a repetir.

Casa Ciriaco
Calle Mayor 84
(Parking en el túnel de la Calle Bailén)
28013 Madrid
Tfno: 915 48 06 20
https://www.casaciriaco.es/

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By | 2019-01-17T08:32:14+00:00 enero 8, 2019|