>La Primera

Ver y ser visto sin desfallecer en el intento

Ubicación, decoración, relaciones públicas y comunicación son una fórmula que generalmente ignora variables fundamentales como buena cocina y servicio eficaz. Afortunadamente, Paco Quirós conoce cómo incorporarlas a la ecuación

Tras 30 años de éxito en su Santander natal, Paco Quirós decidió que era momento de ofrecer su propuesta al público madrileño y en el año 2011, cuando la crisis azotaba con fuerza, abrió una sucursal que tras unos inicios titubeantes en lo gastronómico (platos algo pesados para esa corriente de aligeramiento de salsas y grasas que ya estaba en pleno vigor), fue capaz de afinar el tiro de una manera tan rápida que abrió La Maruca poco tiempo después. Local informal, barra predominante en la que hacerse con un hueco era poco menos que imposible. Parecía que comer bien y postureo podían ir de la mano. Pleno al quince. En 2015 abre la Bien Aparecida, este sí, local que jugaba en la “Champions” de sitios moda, ubicado en la calle Jorge Juan (y del que hablaremos próximamente) y apenas dos años después, replica el concepto en un local aún más ambicioso y crea La Primera en ese complicado local (es una primera planta) que ocupa el imponente esquinazo entre Alcalá y Gran Vía y que durante muchos años languideció albergando ese engendro de restaurante que fue Gula Gula.

Nada más cruzar el umbral de la puerta uno ya siente que no está en un restaurante cualquiera; famosos en mesas contiguas, turistas latinoamericanos que vocean su ruta gastronómica “de moda” en Madrid… Hasta aquí, todo en orden.

Carta sin complicaciones, con platos en general muy clásicos como el jarrete de cerdo, algún arroz al horno o los manidos huevos fritos con foie, siempre con los guiños necesarios para adaptarse a este tipo de público. No esperen menús degustación. Primero, segundo y postre o bien platos al centro a compartir, que las cantidades son más que generosas. Bien las rabas, fritas en aceite limpio (aunque podrían haberse escurrido mejor) y bien también una ensaladilla que sería notable de prescindir de aderezos como las huevas de salmón o las piparras encurtidas. Nos gustó la hamburguesa, con carne de calidad y en el punto solicitado y habría necesitado de mucha más alegría en el aliño un (buen) tartar de bonito.

De postre, la tarta de queso es seguramente una de las mejores que se puedan probar en Madrid (con permiso de El Fogón de Trifón o Fismuler, claro) redondea una comanda sobria y además con precios no excesivamente severos. Carta de vinos que va más allá del verdejito de nombre divertido que invade los sitios “cool” aunque está algo más sobrepreciada de lo que nos habría gustado. Servicio amable y eficaz que intuimos no debe tener fácil gestionar los momentos de alta ebullición de los fines de semana (no fue nuestro caso, un desapacible día laborable en horario de mediodía).

Si no pueden resistirse al ver y ser visto, saben apreciar una comida con poso de buena cocina y por qué no decirlo, aprovechar las epatantes vistas de las mesas próximas a los ventanales, éste es su sitio. Una vez más (e intuimos no será la última), Paco Quirós ha dado en el clavo.

Gran Vía, 1
28013 Madrid

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By | 2018-12-16T08:30:59+00:00 mayo 25, 2018|